Altorricón 3 – Ebro 1 (J31), la crónica de Óliver Miranda
Altorricón, 3
Ebro, 1
Altorricón: Valerio, Piqueras, Gascueña, Christian (Peter, minuto 35), Cierco, Panadero, Tejedor, Ribera, Ismael, Manel (Marko, minuto 60) y Clement
Ebro: Diego, Flores (Cabanillas, minuto 65), Lolo Franco, Laguarta, Enuic, Héctro, Culé, Cantín, Longares, Catalán (Jimy, minuto 77) y Rillo (Chema (minuto 74).
Árbitro: Zapatero. Amonestó a los locales Piqueras, Gascueña, Tejedor y Sergio; y a los visitante Héctor, Cantín y Rillo.
Goles: 1-0, minuto 30: Ismael. 1-1, minuto 41: Rillo de penalti. 2-1, minuto 47: Ribera de penalti. 3-1, minuto 63: Clement.
Sobre las cinco de la tarde de ayer, mientras la mayoría de aficionados intentaba recordar la última victoria altorriconense, los hombres de Félix Jiménez pisaron la hierba del Municipal a sabiendas que esa era su oportunidad. Contra un gran rival, un Ebro en lucha por el ascenso, era el momento de finiquitar una racha negativa que los ha dejado en tierra de nadie.
A la media hora de juego, Christian centró raso desde la izquierda y el esférico rodó por el interior del área sin que la defensa visitante acertara a despejarlo. Entonces apareció Ismael y chutó colocado a la cepa del poste izquierdo de Diego, inalcanzable. 1 a 0. Eso sí, diez minutos antes, Longares había probado el amargo sabor de la madera con un buen disparo a la media vuelta. En el 41, el empate. Penalti de Peter sobre Culé y Rillo ajustó al palo derecho donde Valerio rozó pero no desvió.
Tras la reanudación, Diego derribó a Clement en el área pequeña. Las manos del capitán local colocaron el balón sobre la cal de los once metros; su bota derecha, al fondo de la red. Ventaja mínima y minutos de asedio visitante que fueron respondidos con un acertadísimo Valerio, una omnipresente defensa local y una madera que volvió a rechazar una ocasión de Longares, está vez de cabeza. En el 63, Ribera fue el único que siguió una balón que todos dieron por perdido. Desde la banda derecha y sobre la línea de fondo, elevó el esférico hacia el segundo palo. Clement sabía que era para él. Así pues, su cabeza apareció dos palmos por encima del resto y remató con una facilidad insultante, era el definitivo 3 a 1.
Óliver Miranda